Declaración de Artista
Extraigo los colores de las flores, dejándolas pálidas e incoloras. Los pigmentos extraídos los preservo de diversas formas y los expongo junto a las flores blancas. La técnica se basa en la idea de que la mayoría de organismos, tanto en el mundo vegetal como en el mundo animal, parecen perder sus colores luego de su muerte - las flores se marchitan y los cuerpos palidecen. Así, todos los colores de la naturaleza se convierten en signos de la presencia de energía vital esencial. El resultado en mis cuadros tridimensionales es una separación poética de la energía vital (los colores conservados) de sus cuerpos vacíos y pálidos (las flores decoloradas).
Además, en la última década he desarrollado una paleta de colores compuesta únicamente por 'pigmentos naturales conceptuales'. Los pigmentos que utilizo para mis obras provienen de una gran variedad de materias primas, por ejemplo: muelo meteoritos, huesos de animales y conchas marinas, así mismo extraigo colores desde plantas medicinales, setas y algas. Cada uno de los materiales almacena un conocimiento especial. Considero los pigmentos como colaboradores cuyas "experiencias" definen los mensajes conceptuales de cada obra. A través de los materiales recogidos por mi misma, muchos de los temas se relacionan con un determinado lugar natural del mundo, mientras que los temas más universales se tratan con materiales particulares recogidos con la ayuda de especialistas.
Mis obras están marcadas por la interpretación artística de la alquimia, que explora el universo a través de los materiales naturales y el animismo, especialmente la adoración finlandés de la naturaleza. Lo que tienen en común la alquimia y el animismo es la percepción de toda la naturaleza circundante como viviente y sensitiva. Los alquimistas medievales estudiaban los materiales naturales, con los que también fabricaban colores. A través de la materia buscaban entender el universo que les rodeaba, con ello la interconexión de todo lo que en él reside y el rol del individuo en él; uno mismo. Uno de los pasos más importantes de la alquimia era la destilación repetida, la que dejaba la esencia más pura de la sustancia -y del alquimista- en el frasco de cristal.